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Comienzos en Zacatecas

Joven Candelario

Nacido el 2 de febrero de 1877 en Zacatecas, México, el segundo hijo de Julián y Rafaela Rivas fue llamado “Candelario”, en honor de haber nacido el día del santo San Blas, en cual fecha se celebra Día de la Candelaria. Sus hermanos eran Félix y Concepción, y los tres pintaban artísticamente. La única hija de Julián y Rafaela se llamaba Manuela, pero ella se murió a temprana edad debido a que se lastimó seriamente en una caída. Julián Rivas aprendió a leer y escribir, pero a una edad avanzada, y transmitió a sus hijos un respeto profundo hacia la familia, la humildad y el honor personal.

Candelario joven y anticuada empate

Desde el principio, la vida de Candelario Rivas fue la de un artista excepcionalmente talentoso. De niño, él renunciaba jugar con los otros niños para pasar el tiempo, dibujando con calma, utilizando cualquier medio que pudiera encontrar. Y tan absorto fue en perfeccionar sus dibujos que lloraba cuando no tenía los colores que necesitaba para darles vida. Fue un sacerdote franciscano quien primero le dio un estuche de acuarelas, y con estas el joven artista rendía brillantes imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe, así como las de San Antonio, las cuales vendía a sus compañeros escolares.

Un día, a la edad de doce años, el joven Candelario atestiguó el levantamiento de un circo ambulante en Zacatecas. Profundamente impresionado por los vívidos colores de las grandes pinturas del circo, después de un espectáculo Candelario le dejó a su madre un mensaje, informándole que iba a viajar con el circo para aprender la forma de arte emocionante de los cartelones cirqueros. No obstante, Rafaela nunca recibió el mensaje, y después de dos semanas la familia pensó lo peor tocante a su hijo perdido.

Sin embargo, Candelario reapareció a los dos meses para encontrar a su familia llena de regocijo al verlo, y al mismo tiempo perturbada por su desaparición tan repentina y sin aviso.

Candelario con cámara

Zacatecas, una ciudad histórica, proveyó al artista en ciernes un ambiente ideal. Establecida entre colinas e inclinaciones abruptas, la ciudad se ha calificado de un laberinto de tesoros artísticos y culturales. Y con los fundamentos de la minería de plata, la agricultura, un gobierno estatal, y una iglesia firmemente establecida, Zacatecas tuvo la economía para apoyar una rica tradición de arte. Aunque la ciudad moderna siga exhibiendo mucha de su historia, no ha recobrado jamás su fortaleza económica desde la revolución de 1914.

En su adolescencia, Candelario continuó su propia educación en las bellas artes trabajando con los impresores mientras decoraban los muros y techos interiores en las haciendas prestigiosas, algunas de las cuales se mantienen hasta la fecha. Con los ingresos e instrucción que Candelario ganó gracias a la decoración interior, pudo conseguir los óleos y los lienzos de alta calidad que necesitaba para ampliar sus facultades. Dentro de poco se encontraba progresando, creando figuras en pintura de tamaño natural de varios temas religiosos, parecidas a las de los grandes maestros como Ingres, Murillo y Cabrera. El joven Candelario Rivas ya estaba ganando sus propias comisiones, y con ellas el reconocimiento de que él era un artista talentoso de las bellas artes, y sobre todo cuando se dio a conocer que él se había enseñado a sí mismo el uso de los colores y las técnicas del estilo clásico.

Candelario joven en pajarita

En 1893, Zacatecas comenzó la restauración de su catedral histórica. El Señor Don Rafael León fue designado el contratista general para llevarla a cabo. Fue su decisión que se hicieran tres murales grandes; uno en el fondo detrás del altar principal; y dos más, uno en cada lado de las naves laterales. El mural detrás del altar fue asignado al distinguido artista Manuel Pastrana, quien se había titulado en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México. Los murales para las naves laterales fueron comisionados al profesor Almanza, un distinguido artista de renombre, graduado de la misma institución. Pero a la medida que el trabajo de la primera nave progresó lentamente, saltó a la vista que el Profesor Almanza no iba a completar a tiempo la obra La Agonía en el Jardín de la segunda nave. Consciente del talento inusitado del joven Candelario Rivas de apenas diecisiete años, Señor Don Rafael León le asignó el mural restante. Esto resultó el primer gran éxito de Candelario; él ganó la alabanza del periódico local, y de allí en adelante fue reconocido como “el artista zacatecano”.

La catedral de Zacatecas

Para cuando Candelario llegó a los veinte años, él andaba trabajando con su primo segundo, Refugio Reyes Rivas, el arquitecto autodidacta y quien iba a ser renombrado debido a sus obras futuras. Fue este primo quien había comisionado a Candelario para decorar los muros interiores de sus maravillosos diseños barrocos arquitectónicos.

Entre lo poco restante que sabemos acerca de la familia de Julián Rivas, se dio a conocer que el hijo mayor Felix sufrió dificultades financieras, y trasladó a su familia de siete de regreso a la casita de sus padres. La esposa de Candelario, Herlinda, se fijó en el mucho trabajo que le costó a su suegra Rafaela, y insistió en que ella y Julián viviera con ellos en la amplia casa que Candelario había comprado en Zacatecas. Tristemente, Rafaela falleció en aquella casa grande a la edad de 42 años. Concepción y su esposa, emprendiendo el viaje desde México hasta California subiéndose a carros de cajón del ferrocarril y por otros medios como pudieran, de hecho llegó a la casa de Candelario en Los Angeles, pero regresó a Zacatecas porque no encontró chamba en California.

Herlinda de la Torre fue criada por su madre en Zacatecas bajo circunstancias difíciles. Su papa, un comerciante español, había desaparecido durante un viaje a España cuando ella era un infante. Pero su madre se quedó dedicada a su única hija, y la sostuvo con la mejor educación que ella podía pagar, vendiendo cigarros en el tianguis. Vivían contentas en una casita en la cual compartían la única cama que había. Un día, en 1895 a la edad de quince años, Herlinda se despertó horrorizada encontrando muerta a su madre junto a ella. La causa de su muerte jamás se confirmó, pero se daba por hecho que era debido a una enfermedad cardiaca. Sin la ayuda de ninguna familia, Herlinda siguió adelante a todo vapor y admirablemente en su educación de colegio, titulándose en astronomía y matemáticas en 1898.

Candelario guardó esta foto de Herlinda

Sin embargo, Herlinda no se quedó sola durante sus años en el colegio. Su amiga y compañera Carolina la invitó a vivir con ella y con su familia bien acomodada. Herlinda aceptó su oferta generosa y las dos amigas se hicieron aún más íntimas y compartieron ratos recreativos.

Una tarjeta

Un año antes de que Herlinda completara sus estudios, se juntó con Carolina para caminar juntas y ver al nuevo artista que se llamaba Candelario Rivas, trabajando en murales sobre el techo interior, a gran altura, en el andamiaje. Herlinda se asombró al ver a un joven guapo con ojos verdes y bonitos, y no un artista viejo y barbado, lo cual ella esperaba ver.

Mientras tanto, Candelario había emprendido una segunda chamba por la tarde, la cual consistía en revelar fotos de graduación de grupos de maestras. Una noche, al encontrarse tan fascinado por tanta belleza e inocencia en una de las imágenes, hizo para sí mismo una copia adicional, y la guardó en su bolsillo. Algunos meses más tarde, la madre de Carolina le invitó a cenar al joven artista zacatecano para que su hija Carolina tuviera la oportunidad de conocerlo. Puesto que Herlinda formaba parte de la familia durante ese tiempo, se sentó a la mesa junto con la familia para participar en las festividades de aquella noche decisiva.

Solo podemos imaginar el asombro de Candelario cuando se le presentó a Herlinda, esa damita bonita y desconocida de la foto que él había guardado. A partir de ese momento en 1897, en Zacatecas, México, Candelario y Herlinda se encontraban juntos, siempre. Se casaron en 1898, y como se nota en sus cartas amorosas (abajo), compartían entre sí un amor eterno. Sus vidas duraron lo suficiente para que tuvieran la oportunidad de celebrar sus bodas de oro — cincuenta años de matrimonio — y, como Candelario había sugerido, un amor de dimensiones eternas.

Herlinda Pocket Portrait

Candelario mío:

Cuando veamos los dos esto y recordemos al mirarlo, los dulces ratitos que pasábamos el uno frente al otro viéndonos y expresando con los ojos lo que ya sabíamos aún sin decirlo, ¡qué felices nos sentiremos! Y cuánto aumentará nuestro cariño.

Tu Herlinda
26 de febrero de 1898
Candelario no bigote retrato
Herlinda mía:

Recibe la imagen del que tanto te ama y te adora con idolatría y eternamente te consagrará el amor más puro y leal. Nunca tratará de hacer pedazos y jirones tu corazón que sabe corresponder y apreciar el amor tan infinito que te profesa, ya sea a tu lado ó en la eternidad suprema. Te ruego por nuestro amor que ni un instante me separes de tu pensamiento, y Dios nos guiará para alcanzar los dos juntitos la bienaventuranza, y qué dicha linda mía, amarnos aquí, y allá eternamente. Qué hermoso, ¿no es verdad?

Tuyo,
C. Rivas